250 personas provenientes de 30 países de America, Europa, África y Asia, dieron vida a las cuatro jornadas del Campus, esta vez dedicado a las temáticas de Cultura, cooperación y desarrollo local. Desde su primera edición en Barcelona, el Campus ha transitado por Cartagena, Sevilla, Salvador de Bahía, Almada, Buenos Aires, para recalar por tercera vez en España, esta vez en la Isla de Palma de Gran Canaria.
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La identidad es raíz que se mueve
“La ciudad es hoy el lugar para reinventar la democracia, sin la cual –sabemos- no tenemos futuro”. Con estas palabras, Jesús Martín Barbero daba termino a la conferencia inaugural del VII Campus Euroamericano de cooperación cultural, el pasado 30 de noviembre en Palma de Gran Canaria. En su intervención, Barbero realizó una profunda reflexión sobre cultura desde lo local, y las transformaciones experimentadas por la ciudad, señalando que se requieren políticas culturales que tengan en cuenta la memoria, y “las transformaciones de la identidad de los ciudadanos que habitan los barrios donde hacemos intervenciones urbanas”, concluyendo que no es posible una política cultural que no de cuenta de los mapas de las transformaciones de la identidad de los territorios.
La identidad –añadió- “es raíz, pero una raíz que se mueve. Sin raíces no podemos vivir, pero muchas raíces nos impiden caminar. Yo creo que lo local es raíz, pero a la vez camino. Sino, lo local puede ser la implosión reaccionaria que hoy estamos viendo reaparecer en Europa de manera tan dramática y fascistoide, con la expulsión de los gitanos, nada más ni nada menos que de Francia”. Refiriéndose a la ciudad, Barbero señaló que este es hoy el lugar estratégico en el que “todavía la gente siente arraigo, pero el arraigo no impide el flujo. No impide estar conectado, no impide estar abierto al mundo. Ser cosmopolita. Una cosa es ser provinciano, lugareño. Otra cosa es ser ciudadano. Ser ciudadano es a la vez sentir, relaciones de pertenencia con un lugar, y a la vez estar inserto en las redes. Estar inserto en las comunicaciones con el mundo. Estar generando conocimiento o estar creando rock de punta a punta del mundo”.
Encuentros y reencuentros
Inaugurado el Campus, se dio inicio a un interesante y diverso programa de actividades que mediante conferencias, ponencias, mesas redondas, talleres, showcases, abordó las temáticas de desarrollo local, ciudadanía, construcción de nuevas identidades en el espacio local, evaluación de políticas culturales, redes sectoriales e internacionales en cultura, entre muchos otros. Como suele suceder en este tipo de eventos, los intermedios y lo que transcurre fuera de los salones, va configurando quizás la trama más singular de las redes culturales, aquellas que se construyen desde el afecto y la complicidad, y que son a no dudar, la llave de muchas puertas.
Entre conversaciones, debates, preguntas, encuentros y reencuentros, al igual que en su versión pasada, el Campus fue escenario de una serie de intercambios y conexiones que lo convierten a no dudar, en uno de los mayores espacios para el desarrollo de redes en el campo de la cultura.
¿Qué se aprecia, cuales los avances? En una primera aproximación, los relatos y experiencias dan cuenta del desarrollo de diversos procesos que en particular desde America Latina, reclaman espacio y atención. Proyectos que abordan la inclusión social desde las artes, los relacionados con la democratización del acceso a la formación de los gestores culturales de base, las redes asociativas, la participación ciudadana en la formulación e implementación de las políticas culturales y el asociacionismo, destacan en este plano. En algunos lugares liderados por instituciones, en otros por asociaciones de la sociedad civil, ya no solo se comparte lo que se hace, sino el como, los porqués, y se trazan desafíos en lo colectivo. Iniciativas que se plantean la concertación social, buscando superar el dejacionismo ciudadano, y el apropiacionismo institucional, en las certeras palabras de José Ramón Insa Alba.
En la clausura del Campus, Eduard Miralles, de Interarts señaló al Campus como “un lugar donde veteranos culturales han intercambiado y compartido reflexiones e interesantes proyectos”, destacando el carácter intergeneracional del gran espacio de intercambio que es el evento.
Ya en los abrazos y las despedidas, la llamada huelga salvaje, protagonizada por los controladores aéreos y que se tradujo en el cierre del espacio aéreo Español, marcó el cierre del Campus. A decir de muchos de los que nos vimos en la obligación de aguardar varios días para regresar a nuestros países, el de Canarias, será recordado sin querer, como más largo de sus siete versiones. Enhorabuena, por todos los debates, afectos y complicidades que se fortalecieron en medio de la espera.
por Roberto Guerra Veas